Pau, ¿cuántos años llevas en Finques Ros trabajando y cuáles dirías que han sido los principales cambios del sector de la gestión patrimonial desde que te empezaste a dedicar a ello?
El próximo año hará 15 años que emprendí esta aventura inmobiliaria. Recuerdo especialmente el primer mes, en el que Héctor Ros quiso que visitara todos los edificios que administrábamos para tomar conciencia del volumen de la administración de fincas y conociera de primera mano todo el patrimonio con el que trabajaría día a día.
El sector se ha revolucionado, tecnológicamente, sobre todo, y ha sufrido crisis y ha tenido que adaptarse a cambios jurídicos constantes. En cuanto a Finques Ros el principal cambio es que no hemos parado de crecer año tras año y nos hemos ido profesionalizando cada vez más para intentar llegar siempre a la excelencia en nuestra gestión. Nos gustan las cosas bien hechas.
¡Eres todo un senior en la empresa! ¿Cómo se vive el día a día de tu trabajo? ¿Y cómo se vive la relación con las propiedades que llevan tantos años confiando en ti como profesional?
El día a día de mi trabajo es una mezcla de reuniones, tareas programadas e incidencias sobrevenidas. Cuando me programo la agenda siempre debo dejar espacios vacíos en previsión de que sucedan cosas inesperadas. Los edificios tienen ascensores, alumbrados, antenas, instalaciones de todo tipo y un desgaste desigual de todos sus materiales que impide prever las fechas en las que se estropearán o acabarán desgastándose, y eso sólo en cuanto a los elementos comunes. El grueso de mi trabajo es la gestión de las viviendas y locales, que requieren un buen uso del tiempo para resolver todas las circunstancias que se van dando entre el inquilino, la propiedad y el inmueble, desde los dos puntos de vista más importantes, el contractual y el administrativo.
La relación que tengo con los propietarios es francamente buena y muy cercana. Creo que en cierto modo recojo los frutos del esfuerzo de toda la administración y el departamento comercial, independientemente de mi implicación, mi dedicación constante o el criterio que aplico en cada problema que se me presente. Es un buen trabajo en cadena, equipo.
Todo un reto organizativo en tu día a día.
Y ahora que el tema es tan actual, ¿crees que ha afectado negativamente a la pandemia de la Covid-19 en la relación con los propietarios?
En absoluto. Justamente ha sucedido lo contrario. Los tres primeros meses de pandemia fueron muy duros porque por un lado teníamos muchos inquilinos con serios problemas económicos, un desánimo generalizado y numerosos casos de desesperación que impedía pagar las rentas, y por otro lado teníamos a los propietarios, siempre acostumbrados a percibir regularmente sus rentas sin mayores sorpresas que los pocos cambios de inquilinos que tenían sus inmuebles.
No fue fácil gestionar este conflicto de intereses, sobre todo porque la causa de aquella excepcional situación no era imputable ni a unos ni a otros. En Finques Ros tuvimos claro desde el principio de la pandemia que la mejor forma de luchar por los intereses de nuestros propietarios era intentar salvar a sus inquilinos, buenos inquilinos, a la espera de que todo volviera a su sitio una vez pasada la primera ola. Dejar caer a un buen inquilino sin intentar ayudarle significaba automáticamente una pérdida de ingresos por el propietario y la incertidumbre de poder localizar rápidamente uno nuevo que pagara una renta similar a la anterior. Para conseguir este objetivo, íbamos estudiando caso por caso de forma personalizada, buscando siempre un equilibrio entre el importe que podían pagar los inquilinos y el importe que podían dejar de cobrar los propietarios, y de ahí nacían los acuerdos que permitían conservar los inmuebles ocupados un mes detrás de otro.
Si lo miramos desde un punto de vista estrictamente económico, estábamos invirtiendo esfuerzos por unos y por otros, y desde un punto de vista ético y moral, también. Creo que estuvimos a la altura de las circunstancias y supimos leer de forma inteligente lo que había que hacer en una situación tan delicada como ésta. Creo, y de hecho tengo constancia, que muchos de nuestros propietarios que tenían inquilinos con problemas económicos a raíz de la pandemia, han notado que nos hemos dejado la piel para que no salieran perjudicados en el cobro de sus rentas.
Si algo bueno hemos podido sacar de esta crisis sanitaria es que hemos continuado generando rentas por nuestros propietarios, hemos fortalecido nuestro vínculo con ellos, ya la vez hemos ayudado a que muchos inquilinos pudieran seguir viviendo en sus casas o seguir haciendo negocio con sus comercios.
¿Dirías que es fuerte la competencia? ¿Y qué crees que es lo que hace destacar a Finques Ros de las otras empresas de gestión patrimonial que hay en el mercado?
Actualmente son numerosas las administraciones de fincas que gestionan patrimonios inmobiliarios en Barcelona. Hay quienes por su volumen o antigüedad gozan ya de una imagen y un prestigio que no les supone mucho esfuerzo conseguir nuevos clientes en comparación con otras administraciones de un tamaño más mediano como nosotros.
Finques Ros va creciendo año tras año a un ritmo suave y sostenible sin mirar de reojo la competencia, leales con nuestros principios y valores e intentando mejorar día a día para ser más eficaces y eficientes. Creo que Finques Ros, a diferencia de otras muchas empresas de gestión patrimonial, destaca sobre todo por la personalización de su trato con el cliente, independientemente de si se trata de un pequeño o gran propietario, ofreciendo siempre un alto grado de disponibilidad para atender cualquiera cuestión con la máxima rapidez.
Por último, ¿qué impacto crees que tiene en su relación con los clientes el continuo cambio del marco jurídico en relación a los alquileres, a los impuestos en las compraventas, entre otros, que últimamente se está viviendo en Cataluña?
Los continuados cambios legislativos que en los últimos años se han ido produciendo tanto a nivel Municipal en Barcelona como también a nivel autonómico y estatal, sobre todo durante las pasadas oleadas de la pandemia del cóvid-19 en las que prácticamente a diario se publicaban en el DOGC y en el BOE decretos leyes que afectaban a muchos ámbitos relacionados con la vivienda y el comercio, unido a la reciente Ley de contención de rentas 11/2020 aprobada en septiembre de 2020 por el Parlamento de Cataluña la aprobación en 2017 de la Ley 3/2017 sobre obligaciones y contratos en la que se modificó a la vez los libros 2, 3, 4 y 5 del Código Civil de Cataluña, han creado un escenario jurídico de alta complejidad en el que es indudable el importante papel que jugamos los profesionales del sector de las administraciones de fincas y de intermediación inmobiliaria cuando ofrecemos nuestros servicios.
Hasta hace muchos años, todo el mundo con un mínimo de conocimientos podía alquilar o vender inmuebles, o intermediar en operaciones inmobiliarias. Por ahora, con el marco jurídico y fiscal actual, es prácticamente imposible que un particular no cometa errores si intenta hacerlo sin la ayuda de un administrador de fincas, de un API o de un abogado, precisamente porque garantizamos un alto grado de conocimientos que eviten que pueda sufrir sanciones administrativas o problemas judiciales.
Como resultado de esta incesante actividad legislativa de las instituciones públicas de los últimos años, los clientes acuden a nosotros más a menudo que años atrás, y esta intensificación del contacto aumenta el vínculo entre ellos y nosotros.
Sin duda Pau, la profesionalización es éxito. ¡Gracias por la entrevista y por 15 años más, mínimo, de éxitos profesionales en Finques Ros Oliva!