Las “Dark Kitchens”, conocidas en castellano como Cocinas Fantasma, son establecimientos creados para preparar comida que más tarde se entrega a domicilio. No hay servicio de mesa ni barra, solo cocinas que trabajan sin parar para que empresas como Glovo o Deliveroo envíen a sus riders a recoger los pedidos y llevar-los al domicilio del cliente final. A menudo incluso se juntan varios tipos de cocina dentro de un mismo local para minimizar costes y optimizar el espacio.
Si bien es cierto que este tipo de negocio ya existía antes de la pandemia, fue justo después del confinamiento domiciliario que el interés para abrir nuevos negocios de este tipo entró en auge debido al aumento de la demanda del servicio a domicilio con los restaurantes cerrados.
Y la polémica ya está servida. En Barcelona, por ejemplo, parte del gremio de hostelería y restauración presentó quejas sobre este tipo de cocina ya que las tildaban de ‘cocinas industriales’ y las acusaban de ser una competencia desleal y directa para al sector. Además, vecinos de varios barrios en los que hay ya instalada alguna de estas cocinas fantasma, salieron a la calle para quejarse de los humos y olores que producía el funcionamiento de tener varias cocinas en funcionamiento durante horas.
Frente a todo este revuelo, y teniendo en cuenta que la administración no tenia todavía del todo controlado y registrado cuantos establecimientos funcionaban como cocina fantasma ya que no existían como concepto urbanístico ni administrativo, el consistorio decidió estudiar la forma para buscar una solución a este vacío legal y al malestar del vecindario de Barcelona. Y la solución llegó en mayo de este mismo año, cuanto el ayuntamiento decidió suspender y frenar las licencias de actividad de las “Dark Kitchens” al menos durante un año y así preparar una normativa específica para evitar que se extiendan de forma descontrolada. Con esta nueva normativa, el consistorio quiere garantizar a la ciudadanía que estas macrococinas cumplan todas las regulaciones pertinentes para la actividad que desarrollan.
Esta decisión, obviamente, ha comportado el descontento de empresarios y nuevos inversores que habían apostado por esta nueva tendencia gastronómica y tildan al ayuntamiento de querer frenar la recuperación económica del sector no dejándoles innovar ni adaptarse a las nuevas costumbres de consumo del usuario.
Si bien es cierto que nunca llueve a gusto de nadie, esperamos que el consistorio formalice la nueva normativa para controlar este tipo de establecimiento con la mayor celeridad posible y que de forma regulada y cumpliendo la normativa, Barcelona se pueda adaptar a las nuevas tendencias gastronómicas y de consumo que estamos viviendo.
En caso de que estés pensando abrir un nuevo negocio en Barcelona, no dudes en ponerte en contacto con nosotros para que te asesoremos en la búsqueda del emplazamiento más viable para tu actividad.